Devotos filipinos relizan rituales extremos en viernes Santo en nombre de la fe
Como es tradición cada año en Filipinas, los católicos del país llevan a cabo rituales extremos en el Viernes Santo, representando los últimos momentos de la vida de Jesucristo a través de actos de autoflagelación y crucifixión simbólica. A pesar de las advertencias de las autoridades y la Iglesia Católica, cientos de devotos se congregaron en los pueblos alrededor de la ciudad de San Fernando, al norte de Manila, para presenciar estas demostraciones de devoción religiosa.
Durante el Viernes Santo, algunos fieles se flagelan hasta hacer saltar la sangre, mientras otros se dejan clavar en cruces de madera, todo en un intento de expiar sus pecados o buscar milagros divinos. Las imágenes de personas con el torso desnudo, con sudarios negros y coronas de espinas, caminando descalzos por las polvorientas calles y golpeándose las espaldas con varas de bambú, son comunes en esta fecha.
Para algunos participantes, como Joel Yutoc, estas prácticas tienen un significado personal profundo. Yutoc, cuyo hijo es epiléptico, asegura que desde que comenzó a participar en las flagelaciones de Viernes Santo hace ocho años, su hijo no ha sufrido ningún ataque. Otros, como el pescador jubilado Wilfredo Salvador, ven en estos actos una forma de renovación espiritual y curación física, a pesar de las heridas que puedan sufrir durante el proceso.
Sin embargo, estas acciones extremas son condenadas tanto por la Iglesia Católica como por las autoridades sanitarias del país, quienes han instado a evitar "ritos que lleven a heridas físicas". A pesar de las advertencias, muchos filipinos continúan participando en estas prácticas como parte de su fervor religioso, demostrando la profundidad de su fe y devoción en una de las fechas más sagradas del calendario católico.